Regularizar la Utem, encaminarla hacia la democracia universitaria, la transparencia, el saneamiento financiero y la anhelada buena reputación académica, entre otras metas, no parece ser un camino fácil.
Cada vértice que se desea transparentar, abordar o regularizar abre nuevos rincones desconocidos y oscuros en los que aparecen más y más tareas y más y más trampas y trabas.
En la última sesión de Consejo Académico las autoridades se quejaron de las dificultades para obtener ayuda en los cargos y funciones para este período transitorio.
Falta la voluntad de llevar a cabo una labor que es de todos, no sólo de las autoridades.